martes, 8 de septiembre de 2009

CAMINO PRIMITIVO. DÍA 1: OVIEDO



Por fin llegó el gran día, estrenando nuevo "look" peregrino, llegamos a Oviedo, punto de partida del Camino Primitivo de Santiago. El mismo que emprendiera en el siglo IX Alfonso II “El Casto” cuando fue “descubierta” la tumba del apóstol, inaugurando así la era de peregrinaciones “modernas” a Santiago de Compostela, de ahí el nombre de primitivo. Y digo modernas, porque hay constancia de que ya en épocas remotas los antiguos pobladores celtas de éstas tierras realizaban el mismo camino siguiendo la Via Láctea hasta llegar al fin del mundo, Finisterre, el lugar donde el sol muere cada día engullido por el océano y dónde era posible estar más cerca de aquellos que ya no se encontraban en éste mundo. Porque fue la iglesia, en un intento de erradicar esa costumbre pagana, quien decidió “convertirla” (si no puedes con ellos, únete a ellos) al catolicismo aprovechando la leyenda de que Santiago había evangelizado aquellos lares y atribuyendo unos restos humanos encontrados por un ermitaño a los del apóstol. Éste hecho no debe sorprendernos porque resulta práctica común muy utilizada por la iglesia católica y que se ha utilizado con otras muchas fiestas y tradiciones “paganas” como por ejemplo la noche de San Juan.



Después del apunte histórico, volvemos al camino. Como ya he dicho llegamos a Oviedo, y llegamos ya de salida con déficit de presupuesto, cuando fuimos a comprar los billetes de autobús para Oviedo no quedaban, así que hemos venido en el último autocar que quedaban plazas (Alsa Supra) y la broma se nos ha ido a casi 60 euros por persona, eso sí… Todo el camino con asientos anchos y reclinables, catering, prensa diaria, buscando a Nemo en la tele y los típicos “sketchs” humorísticos de bromas en la calle, y hasta azafata. Sí, sí, habéis leído bien, azafata con uniforme y todo, como las de los aviones pero en bus. Habrá quien diga que ya lo sabía, pero para mí fue todo un descubrimiento, a ver como consigo que se crea esto el “Iaio” cuando se lo cuente.

Vamos directos a nuestro hotel, junto a la Catedral y por sólo 45 Euros la habitación. Bien! Vamos compensando el desfase…
Contamos con el tiempo justo, así que visita fugaz a la oficina de turismo a por un plano de la ciudad, y de ahí directamente a la catedral de San Salvador a presentarle nuestros respetos al santo (“Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y deja al señor”) y estrenar nuestra credencial de peregrino con el primer sello. Un paseo rápido por los alrededores de la catedral y el tiempo casi está agotado sin “apenas” haber conocido Oviedo. Me resisto a la idea, así que me dirijo al primer taxi que encuentro en la parada, pregunto al taxista y se ofrece a hacernos el tour turístico de la ciudad. Juan, que así se llama el taxista resulta ser un guía turístico experimentado, conoce la historia y ubicación de los principales monumentos, y además ejerce de fotógrafo cada vez que nos apeamos del taxi.



La noche se acerca y el hambre empieza a hacer mella, así que Juan nos deja junto a dos sidrerías que nos recomienda: Una muy moderna, “chic” y hasta los topes, y otra típica sidrería más cercana a un bar que a un restaurante, las dos fuera de la zona turística de sidrerías. Juan nos recomienda la segunda que resulta ser “Los Lagos”, nos apeamos y pagamos la carrera del taxi: 14 euros. ¿Estás de broma Juan? ¡Llevamos casi 2 horas en tu taxi! Me caía bien al principio, pero cada vez me cae mejor éste tipo…



Entramos a la sidrería Los Lagos recomendada por nuestro amigo Juan y nada más entrar comienzan a asaltarme las dudas… Poca gente, el suelo no muy limpio, excesiva relajación del camarero en atendernos, empiezo a creer que Juan se va a cobrar el resto de la carrera en comisión con el local éste, pero las dudas desaparecen pronto, más concretamente cuando nos traen el primer plato a base de foie a la plancha. En ese momento me arrepiento de mi desconfianza y elevo a Juan a los altares, a partir de ahora: San Juan Taxista.
Todo esto sucede en el momento ponemos fin a la primera botella de sidra, y a partir de aquí: cena, vuelta al hotel y cama se concentran en un mismo archivo que mi disco duro se ha encargado de hacer desaparecer, y por mucho que busque en la papelera de reciclaje no encuentro nada.



Sueños
Estaba en una especie de rave multitudinaria, por el paisaje bien podría ser cualquier rincón típico del “Camp d’ Elx”, pero las diferentes pistas de baile se encontraban en el interior de grandes torcas a las que se tenían que acceder desde un entramado de galerías subterráneas que las conectaba entre sí de manera laberíntica.
La música provenía de grandes furgonetas con pinta de haber pasado muchas ITV (o ninguna) acondicionadas para el evento. También habían muchas otras donde servían comida y todo el lugar estaba impregnado de humo y olor a “fritanga”.
Yo iba desesperado buscando a mi novia y mis amigos (a mi novia no sé por qué y a mis amigos para que me ayudaran en su búsqueda). De repente veo a uno de mis amigos, en lo alto de la torca, le doy un grito y le hago señas, consigo que me vea y le pido ayuda, pero él sonríe de mala gana y dándose media vuelta, se marcha fuera de mi campo de visión…


Despierto, estoy empapado en sudor, bebo un litro de agua de trago, media vuelta y a seguir rompiendo la cama.

Soy un profesor de universidad. La típica universidad privada americana que aparece en las películas, donde todo el mundo va de uniforme a cuadros.
Hay una alumna que se siente muy atraída por mí, lo sé, no sé por qué razón, pero lo sé, y el problema es que yo por ella también y tampoco conozco la razón, ya que es una chica tímida, callada, guapa pero sin llamar la atención, algo así como la novia de “Donnie Darko”. Pero me siento irrefrenablemente atraído por ella, mi carrera profesional y muchas más cosas están en juego. Me paso lo que queda de noche luchando por no sucumbir a la tentación y…


…Lo consigo porque a las 8 el despertador y mi vejiga a punto de explotar me hacen saltar de la cama y correr hasta el aseo. ¡Comienza el camino!

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